Sobre ‘happy path’ y simulacros de incendio
Suena la alarma. Al principio, casi nadie le hace caso. Estamos tan acostumbrados a las alarmas que las hemos incorporado a nuestra normalidad.
Al cabo de un rato, la alarma, insistente, se hace insoportable.
“¡Que salgan todos de aquí y vayan bajando por las escaleras!”
La gente se divide entre los que dan órdenes, los que siguen diligentemente las instrucciones, los que intentan recuperar objetos personales, y los que pasan de todo.
“¡Que salgan todos de aquí y vayan bajando por las escaleras!” —van repitiendo los responsables del simulacro.
Poco a poco, la mayoría se resigna a seguir las instrucciones, aunque sea de mala gana.
Aun así, lo de salir e ir bajando por las escaleras no deja de ser el equivalente del happy path en el desarrollo de software.
¿Qué pasa si en el edificio hay alguien que, por incapacidad permanente o temporal, no puede bajar las escaleras?
“Ah! No habíamos pensado en eso… tendremos que apuntarlo en la hoja de evaluación…”
Claro, un análisis de riesgos a posteriori, tal y como suele pasar en desarrollo de software también…
Mientras, uno de los efectivos tendrá que quedarse con la persona con movilidad reducida en el rellano de las escaleras.
Conversarán afablemente.
Se darán cuenta de que algunos hechos supuestamente imprevisibles no son nada más que posibilidades que se deberían haber tenido en cuenta anteriormente.
Decidirán no echar más leña al fuego, aunque sean conscientes de que el que juega con fuego siempre sale quemado.
Celebrarán, aliviados, que durante los simulacros nunca se quema nadie.